12 Angry Men (Sidney Lumet, 1957)
Juicios y prejuicios. Gritos y
susurros. Blanco y negro. Volvemos la mirada atrás para redescubrir un clásico
del cine americano, de esos que definen el propio concepto de clásico: intemporal, imperecedero y fuente de inspiración y enseñanza. Una obra de corte
teatral, de técnica televisiva y de sabor de auténtico cine. De obligada exposición en un hipotético museo
del mejor cine mundial.

La dirección es brillante y aun
hoy día puede tomarse como una lección magistral de cine. Se notan los orígenes
de Lumet, ya que posee una puesta en escena teatral, clásica y en consonancia
con la realización televisiva de la época. Atendiendo a ella, encontramos algo
característico del cine clásico de Hollywood. El film es aparentemente
transparente, es decir, parece que el montaje, la realización, etc. están
orientados a hacer que el narrador pase desapercibido y dar la sensación de que
el relato se cuenta sólo, sin una intervención que dirija la mirada del
espectador. Sin embargo, con un visionado más detenido observamos que la
composición de los planos, la iluminación, los movimientos de cámara y la
puesta en escena en general no son así por casualidad. Existe una intención narrativa
y como en cualquier obra audiovisual, el autor construye un discurso. Cierto es
que las huellas narrativas no son tan evidentes como en pelis más modernas, mas
siendo sutiles, haberlas haylas.

Compleja pero accesible, clásica
pero actual, y muy entretenida. Recomiendo verla en versión original para poder
disfrutar al máximo de las actuaciones. Sigue teniendo vigencia su mordaz
crítica al sistema judicial estadounidense y a algunos valores arcaicos de la
sociedad americana. Buscadla y vedla. Ya me haréis llegar vuestro veredicto.
Comentarios
Publicar un comentario