En esta última entrega del
artículo dedicado a la percepción visual expondré una serie de reflexiones
acerca de nuestra manera de “ver” el mundo y nos daremos cuenta de que no se
reduce a la simple captación de estímulos.
Como ya apuntábamos al final de
la primera parte, el ojo es un órgano receptor pero el que realmente ve, o al
menos se hace una idea, de la realidad es el cerebro. Es más, podríamos llegar
a afirmar que el cerebro aprende a
ver. El cerebro, cuando nace el individuo, es fértil y esponjoso y con mucho
potencial, lo que no significa que se presente como una tabula rasa, vacía y diáfana. En su interior dispone de esquemas y
patrones que necesitan ser desarrollados y convenientemente amueblados, además
de una infinidad de mecanismos automáticos que funcionan a la perfección ya
desde el vientre materno.
El cerebro, ciego, que vive
encerrado herméticamente en el interior de nuestra cabeza, trata de hacerse una
idea de lo que hay fuera. Para ello, se sirve de la información brindada y
necesariamente filtrada por los sentidos para hacer una interpretación de la
“realidad”. Lo que mueve a pensar que aquello que llamamos realidad no es más
que una construcción de la mente, que además puede variar de un individuo a
otro. En realidad, no tenemos acceso verdadero a una percepción transparente y
precisa del mundo que nos rodea, sino a un punto de vista limitadamente
subjetivo. La propia distorsión geométrica que producen nuestros ojos altera
las estructuras que almacenamos en la memoria para reconocer patrones formales.
Es algo a lo que no podemos escapar, al hallarnos anclados a un único e
inamovible punto de vista.
La percepción visual es la interpretación o discriminación de los estímulos externos visuales relacionados con el conocimiento previo y el estado emocional del individuo.
Helmholtz, en su teoría de la
percepción, además de corroborar experimentalmente la teoría de la tricromía de
la visión expuesta por Young, hablaba de la inferencia inconsciente y la
imaginación, mecanismos psicológicos que juegan un papel decisivo en las
sensaciones visuales, concibiendo la percepción como algo más que una simple
fisiología de los sentidos.
La percepción es siempre modelada
por estructuras profundas, ligadas al ejercicio de un lenguaje, así como a la
pertenencia a una organización simbólica (una cultura, una sociedad). Pero la
imagen es también un medio de comunicación y de representación del mundo que
tiene su lugar en todas las sociedades humanas. Aquí entran en juego las
representaciones visuales en cualquiera de sus formas (pintura, fotografía,
escultura, dibujo, cine...). Según Gombrich:
1- Toda
representación es convencional, incluso la más analógica
2- Pero
hay convenciones más naturales que otras, las que juegan con las propiedades
del sistema visual.
Todas las representaciones responden a una convención cultural, se encuentre más o menos alejado de su referente en la realidad. En las imágenes del presente texto, tenemos exponentes de varios estilos y corrientes, que muestran distintas convenciones representativas, unas más próximas a la estructura de nuestra percepción visual y otras más abstractas, sintetizadas, ideales o simbólicas
En resumen y a modo de conclusión
creo necesario señalar que lo que realmente pone de manifiesto todo esto que
hemos repasado es que la visión y la percepción se tratan de mecanismos
complejos a muchos niveles y que la luz sufre una serie de transformaciones
decisivas hasta llegar al cerebro, donde éste fabrica una imagen interpretando
la información que recibe. Esto debe hacernos conscientes de la limitación de
nuestros sentidos para aprehender la realidad y que debemos abrir las mentes
para descubrir multitud de cosas que aunque no consigamos percibir, nuestros
avanzados instrumentos de medición nos dicen que están ahí.
Hasta aquí este modesto pero interesante
artículo sobre los misterios que envuelven a la fisiología y la percepción visual.
No he pretendido en ningún momento ser exhaustivo, sino señalar varias claves
en el estudio de esta materia. Espero ansioso vuestros comentarios, dudas y/o
aclaraciones. Muchas gracias a todos/as por leerme.
Referencias bibliográficas: No
voy a recomendar libros de anatomía, porque pienso que exceden el propósito de
este artículo, y además resultan demasiado técnicos. Prefiero remitir a
material que verse sobre materia audiovisual y de la imagen.
Por tanto, cito a
mis dos principales referentes bibliográficos para confeccionar el presente
artículo: Colorimetría, de Fernando
R. Nicolás y La imagen, de Jacques
Aumont.
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