El último gran héroe (John McTiernan, 1993)
“Algo huele a podrido en el Estado de Dinamarca. Y Hamlet, está eliminando la basura...”
El referente del cine de acción moderno, John McTiernan (Jungla de cristal I y III, Depredador), dirige en 1993 Last Action Hero (El último gran héroe, en tierras ibéricas) una comedia con altas dosis de acción y no carente de un toque fantástico. Fracaso de taquilla y crítica, se erige como un clásico reciente de perfil inclasificable, sorprendente y complejo, merecedor de ser revisitado.
Danny Madigan, un adolescente de los barrios bajos de Nueva York, es un aficionado de las películas de acción, sobre todo las de su personaje favorito, Jack Slater (Arnold Schwarzenegger). Una noche, antes del preestreno de la cuarta entrega de la saga, Danny acude a ver a su amigo Nick, el viejo propietario de un antiguo cine. Éste le ofrece un pase privado en exclusiva que Danny acepta encantado. Además, Nick le regala la mitad de una entrada dorada que parece ser mágica y que consiguió del mismísimo Houdini. Durante el visionado, la entrada de Danny actúa y le introduce en la película. Allí, en virtud a los códigos laxos del género de acción, le nombrarán ayudante de Jack para atrapar a un peligroso mafioso, Toni Vivaldi (Anthony Queen), que planea un atentado con bomba en un funeral.
Es una parodia de las películas de acción y su abultada colección de clichés y fanfarronadas. Se suceden las típicas secuencias de persecución, tiros, explosiones y frases socarronas, pero dotadas de un desenfadado sentido del humor que raya el absurdo más brillante. Exagera y ridiculiza de manera elegante las constantes del género, sin recurrir a la ordinariez (no es, ni por asomo, Scary Movie). Es una comedia al más puro estilo Zucker solo que barnizada de testosterona. Sería digna del mejor Charlie Sheen y enorgullecería a nuestro querido Leslie Nielsen (D.E.P.) sin dejar de satisfacer a los admiradores de “Arnie” (yo me cuento entre ellos). El propio “Arnie” aparece como una caricatura de sí mismo, autoreferenciándose todo el tiempo y riéndose de su etiqueta de héroe de acción.
No solo homenajea al género, sino a todo el cine en general, mostrando una cinefilia desbordante, alcanzando su culmen en la secuencia del preestreno de Jack Slater IV, reuniendo un desfile de cameos de estrellas y “celebrities” como Jean-Claude Van Damme, Little Richard o Danny DeVito. Nos regala guiños a películas clásicas como Hamlet (Laurence Olivier, 1948) o El séptimo sello (Ingmar Bergman, 1957), jugando con un metalenguaje que a más de uno recordará a La rosa púrpura del Cairo (Woody Allen, 1985), aunque sin ese trasfondo social (el guión no lo pide).
Película que sorprende, con multitud de ingeniosos gags y tremendamente divertida. A cualquiera que tenga un poco de sentido del humor le encantará, sobre todo si es fan de Arnold y del género, aunque no son requisitos. Me gustaba mucho de pequeño y cuando he vuelto a verla años después, he redescubierto una sobresaliente parodia absurda que, incomprensiblemente, no ha recibido el buen trato que se merece.
Desde aquí os envío mi más sincera y personal recomendación.
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