BIENVENIDOS A JURASSIC PARK






Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993)


Una de las pelis ilustrativas de mi infancia y de mi precoz amor por el cine que más claramente recuerdo es sin duda Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993), una fantasía moderna que nos transporta 65 millones de años atrás, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra.





La pareja de paleontólogos protagonista Alan Grant (Sam Neill) y Ellie Sattler (Laura Dern) es invitada a visitar las instalaciones de un parque temático erigido por John Hammond (Richard Attenborough), un afable y adinerado empresario, en una remota isla cerca de Costa Rica. Completan la expedición un científico experto en la Teoría del Caos (Jeff Goldblum) y con pinta de estrella del rock, un representante de los inversores del proyecto y los nietos (Lex y Tim) del propio Hammond. Pero lo que están a punto de descubrir no es un parque cualquiera. En el paraíso tropical de Isla Nublar, la empresa de Hammond ha logrado devolver la vida a seres extintos desde hace millones de años, los dinosaurios. A través de la sangre de dinosaurio hallada en mosquitos atrapados en ámbar y reconstruyendo su secuencia de ADN ayudándose de genes de rana, Brachiosaurios, Velocirraptores y Tiranosaurios caminan de nuevo bajo el sol. Después de quedar maravillados con lo conseguido por Hammond, ocurre lo que parecía inevitable. Coincidiendo con una noche de tormenta tropical, los dinosaurios se escapan debido a un sabotaje en la seguridad del parque perpetrado por un inconsciente y sobornado empleado, Dennis Nedry, que roba los ejemplares de unos embriones de dinosaurio para entregárselos a una empresa competidora.





Partiendo de un argumento bastante simple pero con una interesante y polémica premisa sobre los peligros de la manipulación genética, Spielberg, el justamente apodado “rey Midas de Hollywood”, desarrolla una de sus películas más asombrosas a nivel visual. Y es que si algo caracteriza a ese niño crecido de Ohio es su capacidad para entretener y recaudar, es decir para tener contentos tanto al público como a la industria. Es el maestro de la sencillez y el espectáculo, del entretenimiento y el cine familiar pero siempre con unas elevadas cotas de calidad artística. Sus pelis, en general, no exigen un gran esfuerzo por parte del público, sólo pretenden que disfrutes y te diviertas, y lo consiguen plenamente. Además, la inestimable colaboración del compositor John Williams en la mayor parte de su amplia filmografía hace que su cine conecte con las emociones del espectador. Spielberg nos demuestra que el arte y la rentabilidad económica no tienen por qué estar reñidos y que pueden caminar de la mano. Su aportación ha sido fundamental en la historia del cine para devolver al séptimo arte su vieja identidad de “fábrica de sueños”. Quizá dos ejemplos modernos cercanos a esta filosofía se encuentren en James Cameron y Christopher Nolan, ambos muy rentables y eficaces a la hora de satisfacer las demandas de un público heterogéneo, cambiante y cada vez más exigente, entreteniendo sin dejar de hacer arte, cada uno con su propio estilo, así como reventando la taquilla con cada estreno.




A pesar de tratarse de un film plano con personajes muy poco desarrollados y una trama predecible, lo asequible de su narrativa y lo novedoso e impactante de sus efectos especiales hacen de Jurassic Park un film a tener muy en cuenta. Como casi siempre, Spielberg coloca a personas ordinarias en situaciones extraordinarias, primando la sensibilidad humana por encima de todo. Mezcla las aventuras con el terror y la ciencia ficción, regalándonos imágenes y secuencias imperecederas. El momento en que el T-Rex hace su aparición, precedido del célebre vasito de agua tembloroso (recurso de suspense ejemplar, por cierto) permanecerá grabado en nuestras retinas para siempre como una de las secuencias más terroríficas que
hemos experimentado en un cine. Y es que, obviando su criticada incorrección histórica (los dinosaurios que aparecen en la peli pertenecen al periodo cretácico), los dinosaurios se convierten en los verdaderos protagonistas, reviviendo un por aquel entonces apagado interés en la paleontología. Además, su diseño revolucionó la manera de concebir los efectos especiales. Todavía para un espectador actual sería difícil no admitir su perfecta integración con la imagen real.

Como dato curioso, se puede añadir que ésta fue la primera película en la que se incluyó la codificación digital de audio DTS, tan extendida hoy en día.

Cine de espectáculo con mayúsculas, emocionante y palomitero, digno de la pantalla grande. Sobresalientes su impresionante diseño de producción, su conmovedora banda sonora y el diseño robótico de sus dinosaurios, aun hoy deslumbrante. Esta clase de películas te recuerda que no hay crisis que pueda con el arte, que el cine, desde muy temprano, ha tenido que sobrevivir, renovarse a sí mismo y adaptarse a los cambios sociales. No hay que temer, porque el cine, al igual que la propia vida, se abre camino...





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